Un
periódico de ciencia del siglo XIX
Por. Ana
Cecilia Figueroa
Artículo
publicado en el suplemento
“Viajeras
de Ítaca”, del Diario de Querétaro
Cuando
hablamos de la historia de la prensa en México es común evocar aquellas
publicaciones periódicas encargadas de dar a conocer los acontecimientos
políticos y sociales por los que atravesaba el país en un momento determinado.
Sin embargo en el “IX Encuentro Internacional de Historiadores de la Prensa”,
que tuvo lugar en octubre de 2014 en la Facultad de Filosofía de la Universidad
Autónoma de Querétaro, los investigadores procedentes de 82 instituciones también
abordaron la historia de los periódicos dedicados a informar y discutir los
avances que se estaban suscitando en la ciencia. Éste es el caso del rotativo editado
por la Academia de Medicina que circuló mensualmente entre los años 1836 y
1852, el primero en su tipo en el México independiente, nos dice la ponente
Verónica Ramírez Ortega de la UNAM.
En el periodo novohispano sólo le
había antecedido a este órgano de difusión de la Academia de Medicina en México,
El Mercurio Volante, periódico que
vio la luz en la segunda mitad del siglo XVIII editado por el reconocido médico
y químico guanajuatense egresado del Colegio de San Ildelfonso, José Ignacio
Bartolache. Este rotativo tenía como propósito dar a conocer las novedades que
en la medicina europea se estaban llevando acabo y con ello promover un cambio
en la colonia española.
Ya en el México independiente, señaló Ramírez
Ortega en su ponencia, se conformó la Academia de Medicina y con ella surgió la
necesidad de publicar este periódico para que ayudara a difundir el
conocimiento entre quienes se dedicaban al cultivo de cualquier ciencia y el
cual circuló durante los años 1836 y 1852. Entre los editores de la publicación
se encontraban los prestigiados médicos que luego incursionaron en la función
pública: Leopoldo Río de la Loza, presidente de la Academia de Medicina, y
Gabino Barreda, quien más tarde sería el promotor de la reforma educativa en
México al restaurarse la República en 1867 de la que derivó la Escuela Nacional
Preparatoria.
En este periódico se daban a conocer los
libros y artículos sobre medicina que se publicaban en otros países, también
los médicos que colaboraban llegaron a publicar algunos casos clínicos o
quirúrgicos que ellos habían atendido y que consideraban oportuno dar a conocer
a sus colegas, por su singularidad o para discutirlos porque los consideraban
complicados y buscaban apoyo para resolverlos. Otro de los temas tratados
fueron los problemas que aquejaron a la Ciudad de México en diversos momentos
como las epidemias de escarlatina y viruela.
De esta manera, el órgano
de difusión de la Academia de la Medicina de México fue un medio importante
para ayudar al desarrollo y conformación de la medicina nacional, y en la
actualidad es una fuente indispensable para la historia de la medicina mexicana
del segundo tercio del siglo XIX, nos dijo Verónica Ramírez Ortega durante su
participación en la mesa “la prensa como fuente para la historia de la ciencia”
del XIX Encuentro Internacional de Historiadores de la Ciencia.