LA EVOLUCIÓN DE LA IMAGEN DE LOS DINOSAURIOS
La reconstrucción de animales fósiles es una tarea difícil, pero los paleontólogos han sido cada vez más cuidadosos y tomado en consideración más datos y factores para llegar a reconstruir los ejemplares que hoy se ven en ilustraciones y museos.
Por
una parte, cada vez se cuenta con más esqueletos, más completos y se estudian
más a fondo las impresiones que dejan las implantaciones de los músculos en los
huesos, con lo que se pueden reconstruir éstos, hacer analogías con animales
vivos y suponer que los dinosaurios se veían y movían como ellos. También se encuentran impresiones de otras partes como piel o plumas; de huellas y nidos... Pero, recordemos,
se trata de teorías y mañana –como ocurre tantas veces en la ciencia– podrían
cambiar radicalmente.
Para
ilustrar esto, se presentan arriba diversas reconstrucciones del Deinonychus antirrhopus, primo más robusto (3.5 m de largo) del famoso Velociraptor de las películas.
Los primeros huesos de este dromeosaurio (saurio corredor) se encontraron en
1931, pero sólo hasta 1969 se pudo armar un esqueleto más o menos completo.
Poco a poco, la personalidad de este dinosaurio fue emergiendo: inteligente,
eficaz y despiadado cazador en pequeñas manadas y con control de su temperatura corporal.
Desde 2003 se sospechaba que, como muchos otros dinosaurios y, en particular, los de la familia a la que pertenece, Deinonychus tenía plumas, cosa que se confirmó en 2007.
Así, vemos en la lámina como Deinonychus se fue convirtiendo de una especie de tiranosaurio con brazos largos y piel arrugada (en los 1970s), a un zopilote “punk” (fin de los 90s) y en la actualidad, a un tierno plumífero con mirada dulce (que no debemos olvidar que en grupos de 3 o 4, podía acabar con un animal mucho mayor en un par de minutos).
¿Cómo serán las representaciones de Deinonychus de aquí a diez años? No podemos decirlo. Sólo los paleontólogos y los artistas se lo imaginan.
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