La ranita ciega / I
Anaximandro Flores Valderrama
Como
parte de la condición humana, siempre − para bien o para mal en nuestra vida − alguien va dejando huella de muchas formas. Una de ellas, la lectura. Recuerdo en las
aulas maravillosas del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) plantel Vallejo,
mi preparatoria, las representaciones que hacíamos de la Ilíada y la Odisea en el Taller de
Lectura y Redacción. Pasan los años y aún conservo muchos textos que sí leíamos
con verdadero placer.
Ya
entrado en años me encuentro, a través de la lectura, un monumento intelectual
de la Ilustración
de mediados del siglo XIX: el prusiano Alexander Von Humboldt (1769-1859),
geólogo, especialista en minas, antropólogo, indigenista, padre de la Geografía moderna, de
la Fitogeografía ,
de la Zoogeografía ,
de la Climatología
y la Ecología. Entre
1799 y 1804 realiza un viaje a América. Entre 1803 y 1804 estuvo en México.
Ingresó por el Puerto de Acapulco y en su corta estadía visitó los estados de Guerrero,
Morelos, México, Distrito Federal, Querétaro. En Guanajuato visita la mina ‘La Valenciana ’, el más
grande yacimiento de Plata del Nuevo Mundo. Regresa a Europa en 1804, visitando
los Estados Unidos y finalmente Cuba.
Llega
a Europa y se encarga de difundir sus hallazgos, descubrimientos, teorías y
metodologías con el rigor científico de aquella época, a toda la comunidad
académica y de investigación europea, lo cual permitió darle un giro a la
visión miope y muy pobre que se tenía de la América en Europa. Y
de ahí que se le reconoce como un ‘redescubridor de América’.
Este
gigante de la Ilustración
ha dejado huella en mí, de manera muy profunda, dada mi formación agronómica y
como docente en Ciencias Naturales.
Desde
hace 30 años he tenido contacto con la Naturaleza , y esto me ha permitido conocer el
estado de Querétaro de cabo a rabo, sus recursos naturales y su geografía. En
los últimos años, en particular, el mundo subterráneo, donde muy pocos han
tenido la oportunidad de estar.
Lo
que en tiempos pretéritos fue un río subterráneo, ahora es una de las cuevas
horizontales más largas conocidas en el estado: la Cueva del Agua, con 1,100 metros
de longitud. Al final, una laguna producto de la infiltración del tiempo
geológico, que da origen − fuera de la cueva enclavada en una montaña − a un
maravilloso manantial. Todo esto en territorio de los municipios de Cadereyta y
Peñamiller. Y qué decir del ‘queso Gruyere’ que es el territorio de San Joaquín:
cuevas, minas, sótanos, dolinas y una hermosa pequeña cueva: el Nuevo San
Joaquín, que si bien la más pequeña conocida, la más rica en espeleo-temas: estalactitas,
estalagmitas y columnas de múltiples formas.
Con
ese afán por el conocimiento, la exploración y la difusión, comunicación y
extensión de lo hallado, en el Parque Nacional ‘El Cimatario’ encontramos la cueva-túnel
‘La Culebra ’,
que un principio se exploró con el objetivo de realizar la topografía del lugar,
misma que se realizó.
Allí
hallamos un tesoro vivo: una población de extrañas ranitas en la completa
oscuridad. Y hace poco menos de un año, finalmente logré identificarla: Su
nombre científico es Eleutherodactylus
verrucipes. Se trata, pues, de una nueva localidad para esta especie
endémica y amenazada, y es además la primera vez que se la encuentra en un
ambiente extremo como lo es La Culebra.
En
una colaboración para el semanario Libertad
de Palabra, difundí este logro. Un aporte al inventario de la biodiversidad
queretana:
http://www.libertaddepalabra.com/2012/11/vida-subterranea-en-la-culebra/